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Necesito caminar.Oyes resonar estas palabras en tu mente y ella, inteligente, manda el deseo al cuerpo.
Tus piernas se activan y empiezan a caminar, andas sin rumbo, sin destino, solo empiezas a andar, hay ruido en la mente pero tu sigues andando, un pie y luego el otro, tu respiración se va acomodando a cada paso, tu cuerpo se va sintiendo más ligero, el aire que respiras es cada vez mas fresco. Tus pulmones se ensanchan, aumenta el riego sanguíneo, tu cerebro de oxigena… hace rato que no piensas, solo andas, presente y ausente, tan simple y tan complejo, tan cotidiano y milagroso, simplemente ERES.
Un paso y luego otro
Cuando a este simple andar lo envuelves de naturaleza, tus ojos se agrandan y tus poros se abren y empiezan a fusionarte con el entorno. Colores vivos, olor a tierra, sonidos de ramas, el cantar de los pájaros, la sensación de viento en la piel, el ruido de tus pasos con las piedras… el todo te va envolviendo… entras en estado de meditación.
Al volver sientes que aquello que te preocupaba ya no lo hace tanto, o incluso ha desaparecido. Aquello que sentías que te oprimía se ha liberado. Corre el aire entre tus pensamientos y estas tranquilo, en paz.
Parece que cada vez mas gente empiece a resonar con la idea de meditar en movimiento, algo tan natural e instintivo a la vez, algo
que no se necesita ningún curso para aprender, simplemente poner atención plena a un regalo que se nos ha otorgado, andar.
Es tan efectivo y necesario que cada vez más retiros espirituales introducen el arte de meditar andando combinado con otras actividades de re-conexión con uno mismo y con el todo.
Consejos para practicar la meditación andando
• ¿Sientes el deseo? No lo pienses más, vete solo o llama a un amigo/amiga, pero sal ya.
• Dirígete hacia un camino, si puede ser en la naturaleza mejor, sino lo que tengas al alcance.
• Tómate un instante para poner atención de como es tu estado físico/emocional/mental/espiritual antes de andar.
• EMPIEZA A ANDAR
• Pon atención al exterior (paisaje, temperatura, sonidos, olores…). Tómate un tiempo para divagar en el entorno, empezar a practicar la ATENCIÓN PLENA
• Suavemente lleva tu atención a las sensaciones del cuerpo (está rígido/pesado, puntos de contacto del pie con la tierra, calidad de la
respiración, ritmo del paso…)
• Lentamente ve desapegándote de todo y DIRÍGETE AL mero hecho de andar.
• Al terminar vuelve a poner atención a tu estado físico/emocional/mental/espiritual y observa si algo ha cambiado
• Saborea los beneficios del arte de meditar andando.